Aunque es difícil medirlo con exactitud, se calcula que solo una de cada diez startups sobreviven a los primeros tres años de vida. Y si has probado a emprender tu propio proyecto sabrás de sobra la complejidad que conlleva el asunto.
Es por eso que desde hace décadas (quizás con más ahínco desde que impactó nuestro amigo Taylor con su teoría del Management en el siglo XIX-XX) grandes intelectuales han tratado de metodizar, diseñar una especie de recetas mágicas con la que desglosar todo proceso emprendedor, y mecanizarlo en una serie de steps o pasos articulables por cualquier ser de luz.
Dejando de lado que 1) esto es como caramelo en boca para todos los guristas, Efecto Dunning-Kruger bajo el brazo, que sin fucking panza y cincuenta burpees a las 5 am son capaces de hacerte millonario de la noche a la mañana (evocando al famoso si quieres puedes que, en mi opinión, contribuye a la visión tan distorsionada y dañina del éxito que los chavales de hoy en día proyectamos en nuestras cabezas) y 2) como decía Antonio Machado: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”; es algo iluso (quizás hasta delirante) pensar que el tema se puede simplificar de esa manera.
Como expone el general Stanley McChrystal en su obra Team of Teams, internet ha creado un mundo globalizado, interconectado, donde “la imprevisibilidad es fundamentalmente incompatible con el reduccionismo de los modelos basados en la planificación y la predicción”.
En otras palabras: vivimos en un nuevo mundo, un mundo complejo, donde se hace necesario un nuevo enfoque.
Los libros de recetas mágicas
Son decenas los autores (que ya conocerás), las metodologías (que también conocerás) y las herramientas (que te habrás hartado a probar) que, en los últimos años, han tratado de dar respuestas en un mundo donde quizás la respuesta menos descabellada sea tirar los espaguetis a la pared y ver si se pegan.
No nos engañemos, yo soy apenas un padawan en esto del emprendimiento. Digamos que soy un culo inquieto, con mucha curiosidad y ganas de aprender, y que aguanta poco (y mal) que alguien (si no tiene unos mínimos de competencia) le diga lo que tiene que hacer. Así que, parecía lógico lanzarse a esto de ser tu propio jefe, ¿no?
Por suerte, estoy estudiando LEINN, y tener mi propia empresa con apenas 24 años te aterriza bastante los pies en el suelo.
Si tuviese que resumir lo aprendido hasta ahora (en esto de emprender) diría que se trata más de saber experimentar y salir a la calle que de hacer estrategias y leer muchos libros de liderazgo.
Sin embargo, hace apenas unas semanas me recomendaron un libro de Ángel Alba que me ha sorprendido gratamente y que, a mi parecer, resume de una forma magistral todo lo que yo he aprendido (a base de intentos y fracasos) acerca de qué va esto del emprendimiento.
El libro se llama Manual Mínimo Viable de Innovación, y sintetiza los principios de Eric Ries (padre de Lean Startup), de Steve Blank (el abuelo), del Customer Development y de los procesos de aprendizaje Agile.
Cómo validar una idea de negocio
Vayamos al grano: tienes una idea.
Cómo no, tu madre te dice que es la mejor del mundo, y tus amigos que si te has esnifado ácido fólico o algo por el estilo.
Pero tú, en el fondo, sigues pensando que… ¿y si si?
¿Y si es el próximo Apple?
Tienes pocos recursos, poco tiempo, mucha incertidumbre y mucho riesgo que asumir.
Así que te avasalla LA pregunta:
¿Cómo puedo minimizar el riesgo?
O dicho de otra manera:
¿Cómo VALIDO de forma ágil (lo más rápido y barato posible) si es (o no) una idea con futuro?
Alberto Savoia resume este concepto estupendamente en su libro Pretotype-It, uno de los primeros libros que tuve que leerme nada más entrar en la carrera. Él lo llama the right-it, o el esto correcto.
Dicho de otro modo, que des con la tecla: ese producto/servicio que resuelve claramente una necesidad del mercado y encaja perfectamente como solución a un problema de un determinado segmento de clientes.
Ya sabemos (por el inicio de este artículo) que tenemos un 90% de posibilidades de que NO lo sea. Así que tiene sentido que los fieles devotos de la mitología startupera recen cada día sus plegarias al Dios Emprende para que nos traiga a su mesías a predicar los sabios versos de la Biblia del Emprendedor.
Pero, como en todo, la realidad parece ser mucho más cruda. Por mucho que nos empeñemos, no parece haber ningún manual (y yo sería el primero que sufriría un orgasmo en toda regla, porque me van mas los métodos que a un tonto un lápiz…).
Aunque lo que sí podemos tratar de entender (o al menos a mi es lo que me sirve) es el proceso que siguen las cosas.
El roadmap:
- Partimos de una idea de negocio, que se resume en una serie de hipótesis de negocio (que, por cierto, para esto sirve el Lean Canvas, cada uno de los elementos de un modelo de negocio…)
- Pero debemos comprobar si estas hipótesis son ciertas, por lo que realizamos una serie de experimentos o pruebas, basadas en el método científico.
- Si el experimento pasa el criterio de éxito, la hipótesis es cierta. Si no, no lo es y es necesario pivotar y cambiar.
- Y todos estos experimentos en un ciclo continuo de aprendizaje y mejora.
En realidad, no tiene mucho más.
Pero como dice Woody Allen: “las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”, así que te voy a contar cómo yo he aprendido a hacerlo en estos 3 años validando y traccionando proyectos desde cero, en todo tipo de sectores, con mi empresa:
- Definir las hipótesis del modelo de negocio → lo primero que hacemos nosotros es definir las hipótesis del modelo de negocio. Para ello nos apoyamos en herramientas míticas como business model canvas (el Lean Canvas nos gusta más) y el lienzo de la propuesta de valor (de Alexander Osterwalder).
Preguntas en las que nos apoyamos:- ¿Quién es nuestro cliente y qué problemas queremos resolver?
- ¿Qué desea alcanzar (pain killers) y qué barreras o miedos necesita eliminar para ello?
- ¿Cuál es nuestra solución y qué beneficios produce en nuestro cliente?
- ¿Cuál es la primera versión (ese famoso producto mínimo viable) de nuestro producto/servicio que podríamos ofrecerle?
- ¿Cómo vamos a conseguir nuestros primeros clientes?¿Cómo vamos a monetizar nuestro producto/servicio (en otras palabras, ¿cuál es nuestro modelo de ingresos?)?
- ¿Qué actividades clave necesitamos realizar (las cosas que tienen que pasar sí o sí)?
- ¿Qué recursos materiales, humanos, intangibles y financieros necesitamos?
- ¿Qué alianzas necesitamos establecer?
- ¿Cuál es nuestra estructura de costes (en otras palabras, ¿es viable?)?
Si nuestra idea, por muy interesante que sea, no es capaz de definir al menos un modelo de negocio hipotético (es decir, la forma en la que ganaremos dinero), la descartamos. Y a por otra cosa. - Validación de clientes → si hemos superado la fase anterior, aquí es donde pasamos a construir al cliente (encontrarlo y entenderlo) y hacer nuestras primeras ventas. Ten en cuenta que nosotros hemos aprendido a base de golpes que la única forma de hablar que tiene un cliente es a través de su tarjeta de crédito. Así que nuestros hitos en esta etapa son:
- Atraer de forma recurrente (a los potenciales clientes)
- Convertir de forma recurrente (a los potenciales en clientes de pago)
- Construir y entregar un producto o servicio de calidad
Esta es la fase más crítica, y la que más nos suele costar. Se trata de salir a la calle a vender, vender y vender. Puedes pensar que esto es tarea de un comercial, pero en mi experiencia no lo es. Pienso que somos nosotros los que debemos comprobar de primera mano (porque somos los promotores de la idea) si realmente la oportunidad es real, si hay un posible encaje. Y con datos en la mano. Bajar a tierra del mundo de las ideas (aunque es una putada, porque desde ahí todo se ve muy bonito, ¿verdad?) Este es nuestro momento de probar los diferentes canales y medios de marketing que hayamos diseñado, optimizar nuestro embudo de ventas (siempre a través de experimentos), pero ya en el mercado real. Al mismo tiempo, continuamos desarrollando nuestro producto hasta tener algo con más funcionalidades (no una primera versión, como en el PMV anterior) - Gestión del negocio → si conseguimos superar todo este desafío y llegar hasta aquí, entonces ya hemos encontrado un encaje, tanto problema-solución como producto-mercado. Ya tendríamos un negocio potencial en toda regla (aunque en un mundo volátil como el actual eso no sea ninguna garantía…), de modo que estaríamos listos para escalarlo. Hablando claro: es cuando damos por terminada la fase de validación.
Ángel Alba lo grafica muy bien en su libro de la siguiente manera:
Un ciclo de experimentación-aprendizaje constante
Como decía (y aunque soy muy joven todavía para decir estas cosas), parece que por mucho que lo soñamos, no existen los cuentos de hadas, ni las recetas mágicas.
Pienso que emprender es un ciclo de experimentación-aprendizaje constante. Como en cualquier sistema complejo, introducimos unos inputs (hipótesis) y experimentamos como podemos para recibir unos outputs (respuestas del mercado) que nos den una ligera explicación de cómo narices funciona el sistema que tratamos de dominar.
Es una especie de juego.
Y, para mi gusto… ¡eso es lo que lo hace tan divertido!